Los que nos sentimos entusiasmados por la Ingeniería Civil, conocimos este término desde las aulas, en el momento en que calculamos los módulos de resiliencia para elementos estructurales como los pavimentos flexibles o como una propiedad de los elementos de acero en donde la aplicación de una fuerza (pudiendo ser esta de tensión o de compresión) elonga o comprime un material “deformable” hasta cierto límite en que el material puede “regresar” a la longitud inicial que tenía antes de aplicar esa fuerza; en caso de no disminuir la fuerza aplicada, el material llegará a rebasar el límite elástico (es decir hasta el límite que puede recuperar su longitud inicial) y el material quedará deformado permanentemente; en caso de seguir la aplicación de la fuerza, se presentará la ruptura (tensión) o el colapso del elemento (compresión).
Este concepto es básico para determinar los grados de recuperación de elementos tan necesarios en la funcionalidad de obras de ingeniería, pero curiosamente, en el tiempo actual se emplea de manera muy interesante en temas relacionados con el ambiente, el equilibrio biótico, los centros urbanos y en el quehacer humano.
Los conceptos siguen siendo los mismos: existe un límite en que cada elemento material (los elementos antes mencionados) e inmaterial (cultura, mente, alma, etc.) en donde ciertos impulsos en que se alcanza un límite en que el “comportamiento” permite asimilar las condiciones que impone el medio en que se desarrolla prácticamente cualquier término que al ser humano le pueda ser familiar, como son: el cansancio, la contaminación del ambiente, el exceso (o falta) de actividad física, suicidios, estrés laboral, delincuencia, finanzas personales, moralidad y muchas más que al lector pueden parecer ilimitadas, ¡por supuesto cambia la perspectiva y se transforma en un tema multivariable y probablemente infinito!
Y efectivamente, la resiliencia será un concepto ahora de aplicación cotidiana en temas de índole humana, aplicable a lo material e inmaterial, en el cual los seres humanos podemos llevar a cabo acciones verdaderas que nos permitan conocer con detalle cuál es nuestro grado de adaptabilidad a las condiciones tan cambiantes de la vida cotidiana. Es probable que pensemos que es un tema de importancia secundaria, sin embargo las tendencias en las estadísticas mundiales indican grados de insatisfacción en personas cotidianas que tendrían que ver especialmente con la forma en que se percibe los problemas de la vida diaria que con la forma de resolverlos.
La importancia radica en que los individuos con mejores condiciones de adaptabilidad al medio ambiente o que trabajan en el incremento gradual de su propia resiliencia, tendrán un resultado tal que se verá reflejado en una mayor y mejor percepción del grado de felicidad con que transcurre cada día de su propia vida.
Autor: Carlos Javier Villa Alvarado
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