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En la actualidad (noviembre de 2020), es tema de gran relevancia las inundaciones en el sureste mexicano y particularmente en la zona del Centro la cual demarca principalmente a la localidad Villahermosa y sus alrededores.
Recordemos todos que las zonas lagunares y la planicie de Tabasco son típicamente elementos hidrológicos que naturalmente conviven con las descargas de la montaña media y alta y son considerados elementos hidrológicos naturales, fundamentales para el equilibrio natural en su interacción con la descarga del continente.
Pero esto no es nuevo: la zona de la planicie baja tabasqueña ha vivido desde tiempos antiquísimos desbordamientos e inundaciones en la zona lagunar y por ende tampoco debe ser noticia para nadie que estos eventos seguirán siendo recurrentes y de mucha mayor magnitud.
Se han invertido miles de millones de pesos en «luchar contra el agua», cuando la perspectiva más realista debería ser convivir y adaptarse a ella y a los cambios de los ecosistemas y del clima en general.
Seguramente los aprendizajes europeos no nos han servido de mucho o no han sabido ser bien empleados, cuando Holanda fue eterno defensor de su costa con obras inimaginables que finalmente fueron rebasadas por la fuerza de la naturaleza. La óptica más acertada deberá ser la adaptación de las construcciones de esa zona para que tengan una doble funcionalidad (para estiaje y para tiempo de inundaciones), el sistema de transporte orientado a ser flexible (en sequías motorizado, en aguas acuático) y así cada una de los vértices de este complejo sistema lagunar.
Las autoridades en este momento se pronuncian por “desazolvar ríos”; cabe mencionar que esta labor es infructuosa dado el nivel de sedimentos que son transportados por los ríos desde las deforestadas sierras de Chiapas y Guatemala, en donde no hay un control de la autoridad por preservar los bosques, de manera que ¡NUNCA HABRÍA SUFICIENCIA PRESUPUESTARIA para una labor de tal magnitud!
La perspectiva en lo futuro deberá ser de la adaptación al cambio global (clima, usos de suelo, etc.), preservar los espacios naturales y los bosques, la adaptación de la construcción a esquemas constructivos adaptables (multifuncionales) a la interacción con inundaciones, de modernización de las leyes en materia de agua para que los ríos puedan ser «ocupados» por ciudades flotantes, una nueva reglamentación y Normatividad en materia del agua que «trate» al agua y a los fenómenos hidrometeorológicos como oportunidades productivas, aprovechamiento al máximo de agua de lluvia en centros urbanos.
En fin, quien diga que el trabajo en materia agua ya está definido, se equivoca diametralmente.
Autor: Carlos Villa Alvarado
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